Nada más aterrizar en Fez, te recogeremos en el aeropuerto y te llevamos a tu alojamiento. Lo normal es dormir en un riad tradicional dentro de la medina, donde el ambiente ya te mete en otra época.

Este día es tranquilo, ideal para descansar, tomar un té en la azotea del riad y empezar a empaparte del ritmo marroquí.

Después de desayunar en tu riad, salimos a descubrir Fez, una ciudad llena de historia, cultura y tradición. Un guía local te acompaña por la medina antigua, considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es un verdadero laberinto de callejones donde cada paso te lleva a un mundo distinto.

Visitamos la curtiduría Chouara, donde aún se tiñe el cuero de forma artesanal. Desde las terrazas verás el contraste de colores, el olor fuerte y a los artesanos trabajando igual que hace siglos. Después, entramos a la madraza Bou Inania, una escuela coránica con una arquitectura que impresiona. También pasamos por la fuente Nejjarine, los barrios de artesanos, y vemos desde fuera la universidad Al-Qarawiyyin, la más antigua del mundo en funcionamiento.

Al terminar, comemos algo en la medina y salimos hacia el norte, rumbo a las montañas del Rif. Llegamos por la tarde a Chefchaouen, el famoso pueblo azul, y nos alojamos en una casa típica. La luz del atardecer sobre sus fachadas azules ya te da la bienvenida a este rincón mágico.

Por la mañana, paseamos tranquilamente por Chefchaouen, sin prisas. La medina es pequeña, pero tiene un encanto especial, calles pintadas de azul, puertas de colores, tiendas de artesanía, gatos dormidos al sol y vistas de las montañas alrededor.

Subimos hasta la mezquita española, desde donde tienes una panorámica increíble del pueblo, y después bajamos al río Ras el-Maa para refrescarnos. Puedes aprovechar para comprar algo de artesanía o simplemente tomar un té con vistas.

Después del almuerzo, salimos hacia el norte y llegamos a Tánger por la tarde. Aquí te alojas cerca del centro histórico. Tienes tiempo para dar un paseo por el paseo marítimo, la medina o tomar algo en alguna terraza con vistas al mar. Tánger es mezcla, es energía y tiene ese toque internacional que la hace única.

Por la mañana, seguimos explorando Tánger. Puedes visitar el famoso Café Hafa, donde han estado desde músicos famosos hasta escritores. También puedes dar un paseo por la kasbah, con sus murallas y callejones llenos de vida. Si te apetece naturaleza, puedes hacer una escapada a la cueva de Hércules o al Cabo Espartel, donde se juntan el Atlántico y el Mediterráneo.

Al mediodía, partimos rumbo al sur por la costa atlántica y llegamos a Asilah, una ciudad blanca, tranquila y muy fotogénica. Aquí se mezclan el arte, el mar y el ritmo pausado del norte. La medina está decorada con murales que cambian cada año durante el festival cultural. Puedes caminar junto a las murallas, disfrutar del atardecer en la playa o cenar pescado fresco.

Este es un día largo pero lleno de lugares importantes. Salimos temprano de Asilah y vamos directos a Rabat, la capital de Marruecos. Aquí visitamos la Torre Hassan, el Mausoleo de Mohammed V, y la Kasbah de los Oudayas, con vistas al río y al océano. Sus calles estrechas de azul y blanco te recordarán a Chefchaouen, pero con el mar al fondo.

Seguimos rumbo a Casablanca, donde hacemos una parada para visitar la increíble Mezquita Hassan II. Está construida junto al mar y su minarete de 210 metros la convierte en una de las más impresionantes del mundo. Incluso se puede visitar por dentro con guía.

Por la tarde, seguimos nuestra ruta hacia el sur y llegamos a Marrakech, la ciudad roja, donde te alojas en un riad cerca de la medina. Puedes salir a cenar, o si llegas con ganas, dar un primer paseo por la famosa plaza Jemaa el-Fna.

Hoy toca descubrir Marrakech como se merece. Con un guía local, recorremos sus lugares más icónicos: la Mezquita Koutoubia, el Palacio de la Bahía, con sus jardines y detalles en madera tallada, y las Tumbas Saadíes, que estuvieron siglos escondidas y ahora son uno de los lugares más visitados.

Después, nos perdemos por los zocos, un mundo lleno de especias, colores, sonidos y gente. Puedes ver cómo trabajan los artesanos, comprar recuerdos o simplemente dejarte llevar.

La ruta termina en la plaza Jemaa el-Fna, donde todo pasa: músicos, puestos de comida, tatuadoras de henna, cuentacuentos y más. Por la tarde puedes descansar en una terraza, visitar un hammam tradicional o seguir explorando por tu cuenta.

Según la hora de tu vuelo, puedes aprovechar para hacer las últimas compras, tomar un desayuno tranquilo o simplemente pasear. A la hora acordada, te llevamos al aeropuerto para cerrar esta experiencia por el norte de Marruecos.